Nuevas exploraciones en torno a la recepción del pensamiento político y religioso de Spinoza en Alemania.
María Jimena Solé
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Reseña de Yonover, Jason Maurice y Gjestal, Kristin, Spinoza in Germany. Political and Religious Thought Across the Long Nineteenth Century, Oxford, Oxford University Press, 2024, 331 pp.
Recibida el 8 de septiembre de 2025 – Aceptada el 10 de septiembre de 2025
“Spinoza nunca estuvo en Alemania”, afirman los editores del libro Jason M. Yonover y Kristin Gjesdal en la primera línea de la Introducción. Efectivamente, no hay registros de que el filósofo nacido en Ámsterdam en 1632 haya pisado alguna vez el territorio alemán, a pesar de haber tenido una oportunidad concreta de hacerlo: en febrero de 1673, Karl Ludwig, Príncipe Elector del Palatinado hizo llegar a Spinoza por intermedio del profesor Johan L. Fabritius, una invitación formal para ocupar un cargo como profesor en la universidad de Heidelberg. En su carta, Fabritius le asegura que en Heidelberg tendrá la más amplia libertad de filosofar aunque, añade, el príncipe confiaba en que no abusará de ella para perturbar la religión públicamente establecida. La invitación, como queda claro, venía con sus propias condiciones y la advertencia estaba, hasta cierto punto, justificada. La sospecha de ateísmo que rodeaba a Spinoza por haber sido expulsado de la comunidad judía y no haber adoptado ninguna otra religión, se había visto reforzada luego de la publicación en 1670 de su Tratado teológico-político [TTP], apenas tres años antes de recibir la invitación a Heidelberg. El libro, como se sabe, defiende la libertad de filosofar, argumenta a favor de la separación entre religión y filosofía, denuncia la existencia de un pacto secreto entre los déspotas y la religión supersticiosa con el fin de mantener dominado al pueblo y presenta la democracia como el mejor sistema de gobierno. Inmediatamente condenado por las autoridades de la iglesia Calvinista y luego prohibido por las autoridades políticas, el libro confirmaba la mala fama de su autor, considerado generalizadamente como un peligro para el orden y un enemigo de la religión. Por supuesto, Spinoza rechazó amablemente la invitación a Alemania. Prefirió permanecer al margen de las instituciones educativas y resguardar su independencia intelectual, aunque esto significara continuar viviendo austeramente gracias al favor de sus amigos.
Pero a pesar de que Spinoza nunca estuvo en Alemania, señalan inmediatamente Yonover y Gjesdal, “la filosofía moderna alemana hubiese tenido un desarrollo muy diferente sin la influencia de los escritos de Spinoza, cuya importancia para esta tradición es significativamente pronunciada” (p. 1). Esto es muy cierto y creo que sería todavía posible extender el alcance de este juicio contra fáctico y afirmar que la filosofía moderna en su conjunto tendría un aspecto muy distinto si los escritos de Spinoza no hubiesen sido leídos, traducidos, discutidos, refutados y reivindicados por los pensadores alemanes del siglo XVIII y XIX. En efecto, el renacimiento de Spinoza que se produjo en Alemania como principal consecuencia de la así llamada Polémica del panteísmo, desencadenada por F. H. Jacobi con la publicación de su correspondencia con M. Mendelssohn en 1785, transformó por completo el curso de la filosofía.
No es de extrañar, entonces, que la historia de la recepción de Spinoza en Alemania y la influencia de sus ideas en los pensadores alemanes sea un tema que interesa a los estudiosos desde hace mucho tiempo. Sin embargo, todavía hay mucho por descubrir y explorar acerca de este aspecto fascinante de la historia de la filosofía. Y si bien en lengua alemana la bibliografía es abundante, en el ámbito anglosajón el interés por este asunto parece haberse despertado más recientemente, al punto que existe solo un antecedente destacable de este libro, este es, la compilación de artículos realizada por E. Förster y Y. Melamed, publicada en 2012 bajo el título Spinoza and German Idealism por Cambridge University Press.
Es, por lo tanto, innegable que el libro de Yonover y Gjesdal representa un aporte sumamente significativo a los estudios sobre la influencia y la recepción de Spinoza en Alemania en inglés. Sin embargo, este está lejos de ser su único mérito. A lo largo de sus quince capítulos, especialmente escritos para el volumen, el libro realiza una exploración de aspectos completamente novedosos de esta historia del spinozismo. Esto se debe a que el libro propone un abordaje completamente original del asunto. En vez de concentrarse en la importancia del Spinozismo para la filosofía alemana en cuestiones metafísicas, epistemológicas y éticas ―tal como los especialistas han mayormente hecho hasta ahora― los editores proponen atender al impacto de la filosofía política y la filosofía de la religión de Spinoza en los pensadores alemanes de fines del siglo XVIII y del siglo XIX, concentrándose principalmente en la recepción de las tesis contenidas en el Tratado teológico-político.
El abordaje elegido se encuentra suficientemente justificado. De hecho, tal como señalan Yonover y Gjesdal, el Tratado teológico-político fue leído y discutido en el territorio alemán desde su aparición, antes de la publicación de la Ética y el resto de sus obras. Sin embargo, la recepción de esa obra se produce a través de las figuras olvidadas, o no tan estudiadas, del ámbito intelectual alemán de la época. De modo que la perspectiva adoptada por el libro explica otro aspecto innovador, que hace de la obra un aporte significativo. Me refiero al hecho de que se ocupa de la importancia del spinozismo en pensadores considerados menores o marginales, incluyendo a pensadoras mujeres como Madame de Stäel y Lou Salomé.
El libro se compone de quince capítulos y una Introducción, que brinda una visión general del recorrido propuesto. Los primeros siete capítulos reconstruyen la recepción de una serie de ideas y valores de origen spinoziano en un conjunto de pensadores alemanes de finales del siglo XVIII. El libro comienza con el aporte de Michael N. Forster, “Spinoza’s Theological-Political Treatise and the German Romantic Tradition”. El texto se ocupa principalmente de rastrear el Spinozismo de Herder. Muestra, a través del análisis de un conjunto de documentos, que éste se ocupa primero del Tratado teológico-político (y no de la Ética) y sostiene que esto que resulta decisivo para la conformación de su propia visión de la política, la hermenéutica y la filosofía de la mente. Estos desarrollos, a su vez, son de vital importancia para comprender algunos aspectos del pensamiento de dos grandes representantes del romanticismo, como son F. Schlegel y Schleiermacher. Michael A. Rosenthal también se ocupa de la recepción romántica de Spinoza, al estudiar la manera en que F. Schlegel reinterpreta la figura del profeta, con y contra Spinoza, para situarlo entre el filósofo y el poeta. Kristin Gjesdal se ocupa de indagar qué dimensiones de la hermenéutica spinoziana son utilizadas productivamente en el ámbito de la política por Herder, Schleiermacher y Stäel. Muestra que, creativamente utilizados por estos pensadores, los principios hermenéuticos de Spinoza van a la par de su potencia emancipatoria. Yoav Schaefer, en su artículo “Kant’s Anti-Judaism and Spinoza’s Theological-political Treatise” propone rastrear la influencia de Spinoza en la crítica al judaísmo presente en La religión dentro de los límites de la mera razón para mostrar que, si bien hay razones para afirmar que Kant conocía el texto, éste no se limita a repetir las afirmaciones spinozianas sino que radicaliza muchas de sus tesis y va más allá del pensador holandés. También Michah Gottlieb se ocupa de la herencia spinoziana para repensar críticamente la religión y muestra de qué modo, a través del ilustrado judío Friedländer y otros pensadores de la misma orientación, contribuyó al nacimiento de la nueva Reforma del judaísmo. Yitzhak Melamed descubre y analiza el concepto de “teología política” tal como Salomon Maimon lo emplea y, para ello, rastrea la posible influencia de Spinoza en algunas de sus afirmaciones más provocativas acerca del carácter filosófico y político del judaísmo. Finalmente, Martin Bollacher se ocupa de iluminar la relación de Goethe con Spinoza, mostrando que además de la Ética, el alemán también conoció el Tratado teológico-político. Analizando un pasaje en el que Goethe refiere a este texto, el autor pretende poner en evidencia la importancia de Spinoza en la visión goethiana de la libertad de pensamiento y el Antiguo Testamento.
Los ocho artículos restantes se ocupan de la recepción alemana de Spinoza durante el siglo XIX. Este segundo tramo del libro comienza con un capítulo de Jonathan Israel, que aborda el vínculo de Börne, Heine y Hess con Spinoza por un lado, y con el socialismo por otro, tomando como horizonte amplio de análisis la categoría de la ilustración radical, desarrollada por el autor en sus renombrados libros. En su texto “David Friedrich Strauß and Spinoza”, Frederick Beiser examina cómo el escritor alemán –que pasó a la historia como uno de los más notables librepensadores del siglo XIX– se opone a algunas tesis teológicas de Spinoza haciendo uso, paradójicamente, de los principios hermenéuticos spinozianos. También Sandra Shapshay y Dennis Vanden Auweele se ocupan de la filosofía spinoziana de la religión, al reconstruir el diálogo entre Spinoza y Schopenshauer acerca del vínculo entre fe y filosofía, para examinar el carácter ético de sus teorías metafísicas. En su capítulo, titulado “Marx, Spinoza, and ‘True Democracy’”, Sandra L. Field rastrea el posible impacto de Spinoza en la posición que Marx asume frente a la democracia en su escrito sobre la Filosofía del derecho de Hegel, para poner en evidencia las diferencias entre ellos y la importancia de Rousseau, como fuente alternativa para comprender ese concepto. Tracy Matysik también examina el vínculo del marxismo con Spinoza, concentrándose en algunos pensadores que rechazan ciertas posiciones spinozianas, como su crítica a la teleología y a la posibilidad del progreso histórico, pero que recuperan el valor de otras, como su concepción del ser humano como parte de la naturaleza. En su artículo titulado “Spinoza, Mendelssohn, and Hess on Zion”, Warren Zev Harvey regresa rastrea las diferentes posturas que adoptaron Mendelssohn y Hess frente la posibilidad de la existencia de un Estado judío y cómo las afirmaciones de Spinoza fueron entendidas de un modo diferente por sus sucesores. Continuando con temáticas que poseen fuertes resonancias en la actualidad, Shira Billet se ocupa de la posición que asume Hermann Cohen frente a Spinoza para enfatizar ciertas afinidades metodológicas entre ellos, que afloran al indagar el vínculo que cada uno admite entre la filosofía y la historia. El último artículo incluido en el volumen, de Katharina Kraus, se ocupa de la lectura que Lou Salomé hace de la filosofía de Spinoza y de cómo ciertas ideas spinozianas juegan un papel en el despliegue intelectual de la pensadora.
El recorrido propuesto por el libro a través de los diferentes capítulos, que comenté brevemente, es por sí mismo un aporte fundamental para comprender mejor el proceso de recepción del spinozismo en Alemania y el impacto que tuvo su pensamiento en el desarrollo de la filosofía en ese territorio. Como dije, este aporte no solo radica en que rastrea la influencia de la filosofía política y la filosofía de la religión spinoziana en los pensadores alemanes, sino también en el hecho de que, para lograrlo, se ocupa de figuras que suelen quedar relegadas en las historias de la filosofía del período.
Pero además, el libro presenta otra virtud para los/as interesados/as en el fenómeno mismo de la recepción de ideas. En efecto, el carácter colectivo del libro y el hecho de que cada capítulo se ocupe de un episodio específico de la recepción de Spinoza a lo largo del siglo XIX que plantea desafíos teóricos diferentes y requiere abordajes distintos da lugar a que cada autor/a adopte una perspectiva propia y original.
Como pequeña muestra de esta rica y enriquecedora convivencia de múltiples abordajes científicos, quisiera llamar la atención sobre algunos conceptos con los que los/as autores/as explicitan su punto de visa y que constituyen, como acabo de decir, al menos a mi entender, el otro gran aporte de este libro.
Al comienzo de su artículo Sandra Field menciona tres posible abordajes metodológicos para estudiar la recepción de un pensador por parte de otro: la influencia histórica (“historical influence”), la afinidad teórica (“theoretical affinity”) y la transformación teórica (“theoretical transformation”). El primer abordaje, que apunta a reconstruir el vínculo que efectivamente existió entre las dos figuras que se desea estudiar a partir de documentos –libros, cartas, anotaciones, etcétera– para establecer si efectivamente existió una influencia de las ideas de un sobre el otro, es adoptado por la mayoría de los/as autores/as de los capítulos del libro. El capítulo a cargo de Martin Bollacher es un excelente ejemplo de este abordaje, llevado a cabo con rigurosidad y exhaustividad. Sin embargo, la noción de influencia histórica también presenta sus matices. Michael Forster, por ejemplo, distingue entre una influencia directa y una indirecta. Así, establece que mientras Spinoza ejerció un impacto directo sobre Herder que puede comprobarse a partir del registro textual, fue a través de Herder que Spinoza influyó en Schlegel y Schleiermacher. Esta distinción complejiza el modo histórico de estudiar las influencias, ya que permite pensar la función de los receptores directos de una doctrina como capaces de prolongar esa recepción en otros pensadores, transformándose en una pieza intermedia, pero fundamental, al momento de descifrar las fuentes del pensamiento del autor estudiado.
Abordar la recepción a partir de la perspectiva de la afinidad teórica, en cambio, ya no apunta a rastrear las huellas de las lecturas que un pensador hizo de otro en sus textos. Las menciones explícitas pasan a un segundo plano, para dejar el protagonismo a las ideas. Se trata, precisamente, de encontrar acuerdos, coincidencias, similitudes entre los pensadores. En su capítulo, Sandra Field combina las dos vías metodológicas mencionadas para reexaminar el impacto de Spinoza en el concepto de democracia verdadera de Marx. Katharina Kraus adopta este mismo doble acercamiento en su estudio sobre Lou Salomé y Spinoza. En primer lugar, muestra que es posible establecer a partir de sus textos una influencia sostenida del spinozismo en su pensamiento. En segundo lugar, examina tres temáticas en el pensamiento de Salomé para mostrar su afinidad con posiciones de Spinoza: su concepción del fundamento originario de la vida como All-Einheit, su paralelismo psicosomático y su explicación de la dimensión ética de la vida humana. También Frederick Beiser brinda un buen ejemplo de la combinación de estas dos maneras de estudiar la recepción, al proponerse rastrear la recepción del TTP de Spinoza en una obra de Strauβ que no lo menciona en absoluto, la escandalosa Das Leben Jesu. Luego de establecer, a partir de otros documentos –la correspondencia, su tesis doctoral y una obra temprana sobre el cristianismo– que Strauβ leyó y estudió a Spinoza, y que lo reconoce explícitamente como el padre de la crítica bíblica, Beiser reconstruye una serie de afinidades entre la metodología adoptada en Das Leben Jesu y la del TTP. También Sandra Shapshay y Dennis Vanden Auweele encuentran un “implicit dialogue” que Schopenhauer lleva a cabo con Spinoza en una sección del segundo volumen de su El mundo como voluntad y representación. Además, como muchos especialistas admiten, este abordaje resulta esencial en el caso de la historia de la recepción del spinozismo, una doctrina que había sido, desde su primera aparición, combatida y denunciada desde los sectores más tradicionales. Muchos pensadores alemanes que leyeron y estudiaron a Spinoza, no estaba dispuestos a admitirlo públicamente, sabiendo el costo que esto podría traerles. De modo que encontrar afinidades conceptuales es una vía que permiten reconstruir una influencia subterránea, una presencia silenciada de esa fuente en sus textos.
El tercer acercamiento metodológico, que Field llama “theoretical transformation” y que, según su breve nota, podría verse en el intento de los pensadores franceses de finales de los años veinte que intentan refundar el Marxismo sobre una base metafísica spinoziana (p. 213), también se pone en juego en este libro. Esto es lo que, podemos pensar, hace Michael Rosenthal al conectar el fenómeno de la recepción con el pensamiento filosófico creativo. Al estudiar el modo en que Schlegel entiende la figura del profeta en conexión con las ideas de Spinoza, Rosenthal sostiene que el alemán está usando ideas spinozianas para producir un modelo filosófico completamente nuevo (p. 35). De este modo, señala que si Schlegel está interesado en ciertas ideas spinozianas, este interés está al servicio de un nuevo proyecto romántico. Spinoza se transforma, así, en una “inspiration” (p. 37) que permite explicar sus posiciones, pero no por completo. En esta misma línea, Kristen Gjesdal advierte que “las posiciones filosóficas a veces cobran vida propia –una vida que no podría haber sido anticipada por sus autores o sus seguidores inmediatos” [“Philosophical positions sometimes take on a life of their own –one that could not have been anticipated by their authors or immediate followers”] (p. 50) y propone dejar de lado la cuestión de si Spinoza ejerció una influencia en el romanticismo alemán para discutir, en cambio, de qué manera Herder, Schleiermacher y Staël “hicieron un uso creativo del espacio sistemático abierto por la hermenéutica de Spinoza” [“made creative use of the systematic space disclosed by Spinoza’s hermeneutics”] (pp. 50-51). También Tracie Matysik, al estudiar el modo en que Dietzgen, Engels y Plekhanov transformaron a Spinoza en un materialista dialéctico señala que los tres apelaron al pensamiento de Spinoza principalmente como un instrumento de crítica, esto es, que intentaron encontrar en Spinoza una metafísica antifundacionalista que les sirviera para atacar la filosofía burguesa.
Sea cual sea el abordaje metodológico elegido para estudiar la recepción de Spinoza en los diferentes pensadores alemanes, cada uno de los capítulos del libro pone en evidencia hasta qué punto este tipo de investigación no solo permite comprender mejor el pensamiento de esos receptores, al explicitar sus fuentes y sus antecedentes teóricos, sino que también abre la posibilidad de ver el texto recepcionado bajo una nueva luz, de detectar nuevos aspectos problemáticos de sus propuestas. Para decirlo brevemente, reconstruir la historia de la recepción del spinozismo permite descubrir un nuevo Spinoza, un Spinoza al que se le añaden más rostros, más matices y más profundidad filosófica.
Si es cierto que Spinoza, durante su vida, jamás pisó el suelo alemán, su presencia en Alemania es indiscutible. Los efectos del complejísimo proceso de recepción de sus ideas por parte de los pensadores, poetas y escritores alemanes fue sumamente poderoso y sus ecos continúan resonando en la actualidad. Conocer esta historia es, ciertamente, fundamental para entender no solo la conformación de la ilustración y el romanticismo alemanes, sino también, como bien muestra este libro, el despliegue de toda la filosofía contemporánea. El énfasis depositado en la recepción y discusión de la filosofía política y de la filosofía de la religión transforma, además, a este libro, en un texto sumamente actual que interroga cuestiones como la libertad de expresión, la democracia y el vínculo entre filosofía y religión ―cuestiones que no han perdido vigencia y continúan interpelándonos―.