¿Una nueva antropología?


Azul Sofia Balmaceda

(Universidad de Buenos Aires - Argentina)


Recibida el 1 de marzo de 2023 – Aceptada el 15 de abril de 2023


Foucault, Michel, Ludwig Binswanger y el análisis existencial: un enfoque filosófico de la enfermedad mental, trad. Horacio Pons, Buenos Aires, Siglo XXI, 2022, 256 pp.


¿Es posible un psicoanálisis sin un biologicismo permanente, una psiquiatría sin referencias evolutivistas? ¿Es factible situar un horizonte de significaciones posibles en una existencia concreta? ¿Podemos llevar a cabo una re-comprensión de la temporalidad sin perder el retorno a lo vivido de la fenomenología husserliana? ¿Es posible una filosofía del amor?

El presente libro corresponde a una serie de escritos inéditos almacenados en el denominado Fondo Foucault de la Biblioteca Nacional de Francia.[1] Si bien no contamos con una fecha exacta del presente escrito, sabemos que forma parte de un conjunto de producciones donde encontramos apuntes, clases y manuscritos que realizó el joven Foucault entre 1950 y 1955. Para aquel entonces dictaba lecciones en la Universidad de Lille como asistente docente de la cátedra de Psicología, mientras trabajaba como psicólogo del Hospital Saint-Anne.

Aquí nos encontramos con inquietudes muy diferentes a las que estamos habituados a leer en su obra publicada, tanto dentro como fuera de la academia. Lejos de recorrer la historia de las instituciones de salud mental, de fundar una arqueología de los discursos dominantes o una genealogía de las instituciones y los diversos dispositivos de poder; en este período su mayor preocupación se encuentra en la fundamentación de la psicología y psiquiatría y la concepción de la enfermedad mental. En este contexto, la lectura crítica de los autores que le otorgaban el cuerpo a estas disciplinas era elemental; en el caso de Foucault estos autores serán Husserl, Freud, Sarte y Heidegger. Sin embargo, hallamos una influencia poco conocida de Michel Foucault: Ludwig Binwsanger; se trata de un psiquiatra suizo que presentó una propuesta revolucionaria con respecto al tratamiento psicopatológico: el análisis existencial. Encontramos sólo dos puntos de encuentro entre ambos autores: por un lado, en la introducción escrita por Foucault a  Le rêve et l'existence (Binswanger, 1954) y, por el otro, su mención en el anexo de Enfermedad mental y personalidad (Foucault, 1954), cuando lo enumera como uno de los momentos claves en la historia de la psiquiatría.

Ludwig Binswanger y el análisis existencial nos conduce a los primeros estudios críticos de Foucault, donde el objetivo no era una historización de la enfermedad mental, sino una filosofía de la psicología. Filosofía, en tanto búsqueda de los fundamentos últimos del sujeto en la disciplina (como continente de una serie de categorías que remiten a la constitución de su subjetividad) y de los amplios binomios que se presentan en ella, a saber; la unidad mente-cuerpo, tiempo vivido-tiempo biográfico, el problema de la concepción de la enfermedad mental a partir de los parámetros tradicionales y cómo abordarla, el porvenir de la psiquiatría y la acción terapéutica.


Contexto histórico

Para entender el impacto de las argumentaciones y postulados de Foucault es necesario remitirnos al contexto en cual escribe. La psicología, en la década de los cincuenta, no gozaba de la autonomía e independencia metódica que tiene el día de hoy. En la actualidad, no solo encontramos carreras universitarias dedicadas exclusivamente a su formación, sino que también encontramos un abanico de escuelas y corrientes presentes en la clínica: psicoanálisis freudo-lacaniano, freudianos/lacanianos ortodoxos, gestalt, terapia cognitiva-conductual, por nombrar algunos ejemplos.

En el ambiente en el cual se inserta esta obra de Foucault, la psicología formaba parte del plan de estudios de la carrera de filosofía y recién a partir del año 1947 se disponía de una licenciatura de psicología en la universidad de La Sorbona. La mayoría de los docentes que enseñaban psicología, en realidad, eran filósofos -Merleau Ponty, Pierre Janet, Daniel Lagarche-. Allí, los entrecruzamientos entre ambas disciplinas terminan por generar premisas muy difusas, donde se pierde el objeto por antonomasia de la psicología; el individuo concreto, para dar lugar a concepciones abstractas y categóricas que terminan por bifurcar las necesidades de los pacientes. Uno de los mayores críticos a estas perspectivas metódicas fue Binswanger.

Ludwig Binswanger (1881-1996) fue un psiquiatra suizo, precursor en lo que hoy conocemos por psicología existencial, en aquel tiempo denominado análisis existencial (Daseinanalyse). Partiendo de una gran influencia por parte de Martin Heidegger, se enfoca en un estudio del hombre en sentido integral como parte del mundo. Es necesario un enfoque del hombre en tanto-ser-en-el-mundo, donde se contextualiza y analiza su estado mental en base a su lugar en la existencia. Hablamos de un análisis integral, ya que es menester, en este sentido, un estudio de índole empírico e histórico y no solamente teórico y psicológico. Separado de las corrientes tradicionales biologicistas y darwinistas de la psicología, éste consiste en un análisis empírico y situado del individuo sin reducirlo a categorías clínicas y abstractas.

Es por ello que las elaboraciones teóricas de Binswanger en este periodo se contemplan como un camino medio entre las concepciones fenomenológicas y las herramientas del psicoanálisis freudiano, como una manera de hacer frente a los los debates psicologistas, el naturalismo y el evolucionismo del darwinismo y spencerismo social. A modo de resumen, el objetivo es analizar al hombre en tanto ser-en-el-mundo y evitar reducirlo a categorías abstractas vacías de significado, sino situándose en tanto existente de manera empírica.


El retorno a lo vivido

El libro consta de 5 capítulos. En primer lugar, esboza en una introducción el estado de la cuestión, donde presentará los términos elementales que lo acompañaran a lo largo de su análisis: los entrecruces entre la obra husserliana como ciencia eidética y el psicoanálisis de Sigmund Freud, junto a un análisis de las diversas formas de existencia. Su objetivo radica dilucidar los distintos tópicos dentro del ámbito fenomenológico para analizar diversos cuadros dentro de la psicopatología (motivo por el cual analizará múltiples casos clínicos a lo largo del libro) y así fundamentar porque, la reflexión que le interesa, es antropológica.

Un paso para dar cuenta de ello es empezar por el estudio de la dicotomía convencional experiencia-enfermedad para reemplazarla por función vital-experiencia vivida o lo vivido, lo cual implica una nueva concepción de la experiencia y de la vida. Ahora bien, ¿de qué manera se estructuran estos conceptos dentro de la psicopatología? Para poder elaborar una primera respuesta trabajará a lo largo del libro diversos casos clínicos trabajados por dos psiquiatras, Binswanger y Roland Kuhn, y así ilustrar de qué manera se estructuran las nociones de la temporalidad, la espacialidad y la experiencia del otro en la vivencia del paciente.

El primer capítulo tratará sobre el caso Ellen West (paciente de Binswanger) para captar de qué manera es analizado su caso por dos psicoanalistas diferentes, un freudiano laxo y uno ortodoxo, hasta llegar a la interpretación de Binswanger. Foucault argumenta que ambas perspectivas de análisis no lograban entender la situación de la paciente, aplicando categorías evolutivas (el evolucionismo en el psicoanálisis de Freud se presenta en términos de estadios que se dan consecutivamente, donde si uno no es atravesado acorde a la madurez de edad, generan consecuencias en la constitución de la psiquis del individuo, por ejemplo, la fijación en demasía en alguna fase del desarrollo del niño). Así, el método existencial de Binswanger se posiciona como el método adecuado para abarcar la problemática en tanto análisis situado.

En el segundo trata sobre el espacio. Si bien aquí parece separarse de su tema inicial y abordar de manera crítica diversos elementos de la obra de Husserl (comenzando con la lectura de El origen de la geometría), lo que hace es presentar su tesis inicial: "la espacialidad se funda sobre el ser-en-el-mundo"(p. 103). Aquí observa que hay dos posibles caminos para la constitución del espacio por medio del análisis genético y que ello supone un problema para sus argumentaciones. ¿A que remite el contenido de una experiencia y cómo se fundamenta a sí misma? Foucault sostiene que hay que volver al devenir inicial de todas las significaciones, lo cual para él constituye al ser-en-el-mundo. Allí relaciona de manera íntima este nuevo interrogante a partir de la obra husserliana con el análisis existencial.

Llevará a cabo, entonces, una exégesis de la noción de espacialidad en el debate sobre las enfermedades mentales y la espacialización del sujeto. Esto, a su vez, conduce a un análisis en profundidades de la analitica de la existencia y sobre como “la existencia se temporaliza” (p. 111), lo cual conduce al tercer capítulo que tratará sobre la temporalidad.

En el tercer capítulo, titulado "el tiempo"(p.117), la problemática a profundizar es la relación historia-temporalidad, o dicho de otra forma, el tiempo en tanto historia biográfica y en tanto posicionamiento del sujeto en el tiempo presente. De este modo, demuestra que los marcos teóricos tradicionales se enmarcan en una de las dos posibilidades para enmarcar un diagnóstico del paciente. Lo que intenta demostrar Foucault aquí es que la necesidad de todo diagnóstico psicopatológico radica en una correcta comprensión de ambas dimensiones temporales. A la hora de abarcar episodios delirantes o paranoides del individuo, es necesario no considerar la bios (tiempo historiográfico) y el tiempo vivido por el sujeto (también llamado tiempo mítico, donde suceden los episodios delirantes) de manera diferentes, es decir, abarcar el episodio delirante por un lado y el comportamiento “normal” o habitual por el otro. De este modo, establece una fuerte crítica a la fenomenología por no poder abarcar tal profundidad de análisis, disociando ambos términos. Foucault, propone que es indispensable, en este sentido, “encontrar su fundamento en una forma más radical y originaria de la temporalidad” (p.123).

En otras palabras, el error que cometen corrientes como la fenomenológica, consiste en suponer una temporalidad con mayor profundidad, saturando las significaciones que la componen. El análisis existencial conduce a una lectura "integral" del individuo donde el lazo historia-temporalidad no requiere de una narración metafísica y ontológica, encontrándose en “un único movimiento de la existencia” (p. 122). Desde este punto de vista, historia biográfica-historia presente son una misma unidad dentro de la estructura existencial del sujeto: la cuestión está en cómo se temporaliza la existencia.


El lugar de la alteridad

El cuarto capítulo se denomina “la experiencia del otro”. Foucault llevará a cabo un recorrido por el lugar de la otredad en la disciplina psicológica. Aquí le reconoce a Freud el haber abordado al otro como eje constitutivo de la conciencia, donde la presencia del otro permanece desde el principio de su propia constitución de la conciencia, afectando todo su horizonte de significaciones. Ahora bien, a partir de aquí surge un problema no menor: se presentan dos niveles de comprensión, el evolutivo y el constitutivo de significación patológica. Si bien Husserl pudo resolver esta complejidad postulando al otro en tanto coexistencia, para Foucault esto no es suficiente para abordar la experiencia psicopatológica. 

La propuesta binswangeriana radica en comprender a la experiencia de la otredad como una forma de existencia y no como un hecho derivado o consecuencia residual de su presencia en la conciencia. La vuelta a Husserl implica una un pasaje a esta concepción existencial del otro, comenzando con el interrogante: ¿cómo podemos aplicar a la experiencia psicopatológica la determinación husserliana del otro como manifestación absoluta en términos de coexistencia absoluta?

Para solventar este conflicto propone tres ejes de discusión, a saber: el otro como totalidad, el otro como origen de significaciones y el tercer eje, el cual no tiene nombre ya que en el manuscrito está tachado por Foucault. Se trata de indagar de qué manera se manifiesta el otro en el campo de la experiencia.

Podemos afirmar que este último eje trata sobre el otro y las formas existenciales de la comunidad. Este análisis, que comienza con una impronta confusa debido a su ausencia de título, termina siendo la parte de mayor relevancia del capítulo (y también, porqué no, del libro). Allí argumentó porque los lineamientos de la fenomenología del otro en tanto coexistencia no son suficientes para analizar fenómenos psicopatológicos y de qué manera el análisis existencial revierte esta situación. Es en este marco que el análisis existencial, según Foucault, se vuelve indispensable. En lugar de un ser-en-el-mundo, Binswanger propone un ser–en-el-mundo-más-allá-del-mundo como objeto de la pregunta antropológica por excelencia, donde se pasa de una primera persona del singular al nosotros, pasando de las nociones de tiempo y espacio hacia las nociones de unión y patria.

Aquí encontramos el gesto innovador de Binswanger: el tiempo presente se define en el instante del amor. El amor sería el instrumento indispensable para que la noción del tiempo se pueda temporalizar en la continuidad de la experiencia (la experiencia patológica se encuentra privada de ésta). De este modo, este ser-en-el-mundo-más-allá-del-mundo se funda en el amor, volteando la mirada hacia el nosotros. El amor constituye el resto de los vínculos con los otros, incluyendo la acción terapéutica,


La antropología existencial

Binswanger sostiene que es necesario “recuperar la unidad que funda todas las dimensiones de su presencia en el mundo” (p. 173). Afirma como necesidad fundamental recuperar la noción de totalidad del ser humano, lo que lo conduce a la obligación de una ciencia antropológica. No es más que una vuelta al ser humano en sentido integral: no niega rotundamente los esencialismos, la utilización de conceptos abstractos, sino que los reivindica en su justa medida. Lo que es importante, en este sentido, es no obstruir el análisis óntico del sujeto, su existencia total. Esta noción de totalidad implica entender al individuo como “una unidad radical de todas las formas empíricas de su existencia”(p.174). Esta unidad radica, ni más ni menos, en su ser-en-el-mundo. La forma de abordaje no debe ser ontológica sino óntica. Es necesario un enfoque empírico y pragmático donde se entienda al hombre en tanto enfermo como otro modo de ser del hombre y no en cuanto a una noción abstracta.

Así pues, Foucault desarrolla una lectura profunda del análisis existencial propuesto por Binswanger, con no pocos interrogantes críticos. En efecto, ¿cómo llevar a cabo una correcta transferencia entre terapeuta-paciente a partir de esta perspectiva del otro en tanto mitwelt? Aun aceptando que el enfermo no es un desviado, sino un paciente de otro mundo, ¿cómo lograr un lazo comunicacional entre dos mundos, entre paciente y terapeuta? Allí propone Binswanger el paso de la alteridad a la intersubjetividad en términos de un nosotros, constituido por el amor. El amor “permitirá, desde la posición del terapeuta, restituir al enfermo a la intersubjetividad” (p. 23). Foucault, se posiciona de manera crítica frente a este postulado, por su ausencia de rigurosidad metódica y perspectiva histórica.

A modo de conclusión, este escrito inédito nos muestra los cambios por los que ha pasado una disciplina como la psiquiatría, como fue la recepción de Freud en Francia y, a su vez, como era concebido el psicoanálisis antes de la llegada de Jacques Lacan (para aquel entonces, Foucault estaba inscripto por primera vez en su seminario). Pero, también, nos recuerda la importancia de una disciplina que tenga como objeto a la filosofía de la psiquiatría y la psicología, las cuales se sumergen en las profundidades del sujeto y su entorno.

Foucault, luego de sus breves encuentros con Binswanger a mediados de los años cincuenta, abandona estos interrogantes y se lanza de lleno al estudio de la historización de la enfermedad mental. Este libro puede ser leído, también, como el historial de un pensador nómade, su potencial de leer entre líneas y habitar los márgenes. Luego de su lectura, el lugar donde uno está posicionado parece desvanecerse.

[1] Ref. topográfica NAF 28 730, caja 46, carpeta 1, documento 3.