Sartre y la ética


Alan Patricio Savignano

(ANCBA-UBA-CONICET)


Castro, Fabio y Norberto, Marcelo (eds.), Sartre e a ética, Río de Janeiro, Editora PUC-Rio, 2022, 212 pp.


Recibida el 7 de marzo de 2023 – Aceptada el 10 de abril de 2023


Sartre e a ética es la tercera entrega de la Serie Sartriana publicada por la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio) en colaboración con las editoriales Numa y Viaveritas. La obra está precedida por Sartre e a estética (2021) y Sartre e a política (2019). Los volúmenes son compilaciones de escritos de varios autores académicos acerca de cuestiones propias de un campo disciplinar en el que Sartre hizo un aporte significativo: estética, política y ética. Fabio Castro y Marcelo Norberto son los creadores y organizadores de la serie.

El volumen aquí reseñado está constituido por los siguientes seis textos:

  1. Fabio Castro, “A recusa da moral estabelecida e a busca por autenticidade na ética sartriana”.
  2. Marcelo Norberto, “O silêncio de Flaubert: por uma ética do reconhecimento de espaços”.
  3. Vincent de Coorebyter, “É a ética uma ideologia? Incursão pelo manuscrito Cornell” (trad. Baptiste Grasset).
  4. Fernando Gastal, “A ética moderna em colapso: por uma crítica da escolha de ser da sociedade produtora de mercadorias”.
  5. André Barata & Carolina Campos, “Sobre uma teoria da ação e suas ressonâncias na clínica sartriana”.
  6. Grégory Cormann, “O manuscrito ‘A criança e os grupos”: reflexão moral, fenomenologia dos valores e contemporaneidade segundo Sartre em 1949” (trad. Fabio Castro).

Del índice desplegado, cabe destacar las contribuciones de dos renombrados intérpretes belgas en los estudios sartrianos: Vincent de Coorebyter y Grégory Cormann. Sus trabajos conciertan una sección filológica, ya que se consagran al análisis de dos manuscritos inéditos del filósofo francés. Coorebyter incursiona en un conjunto de páginas inéditas del manuscrito de Cornell en las que Sartre defiende, contra el marxismo funcionalista, que la ética es un fenómeno de la infraestructura de las relaciones sociales y económicas, mientras que Cormann emprende una labor arqueológica con el manuscrito “L’enfant et les groupes” por medio la cual busca demostrar que el texto fue elaborado a finales de los años cuarenta, no de los cincuenta, como se suele considerar hasta hoy en día. Los capítulos restantes de Sartre e a ética forman otra sección de orden mayormente ensayístico, en la que los editores junto a tres colaboradores brasileros reflexionan alrededor de asuntos variados relacionados con la ética sartriana: a saber, el lugar de la autenticidad en el período crítico del filósofo (Castro), el desafío de saber quiénes somos y fundar un humanismo por fuera de la metafísica occidental (Norberto), la necesidad de tomar conciencia del colapso de la ética burguesa mercantil (Gastal) y la utilidad de la teoría sartriana de la acción en la clínica psicológica (Barata y Campos). A continuación, ofrezco las sinopsis de los capítulos del libro en los cuales subrayo los puntos que me resultaron más interesantes.

En “A recusa da moral estabelecida...", Castro se interroga acerca de si la cuestión de la autenticidad que movilizó las reflexiones éticas de Sartre entre finales de la década del treinta y finales de la del cuarenta desaparece por completo con el giro dialéctico inaugurado en “Cuestiones de método”. Suele considerarse que Sartre atravesó un desencanto de todo proyecto ético positivo al término de ese período y luego se dedicó a una tarea “denuncialista” de las morales vigentes cuando descubrió que ellas eran un vector de alienación. “Cualquier moral que pretenda fundar un sistema de normas, deberes o valores no hace hoy más que afirmar, reforzar, retroalimentar las formas de alienación en una sociedad regida por la escasez.”, repone Castro (pp. 27-8). No obstante, el intérprete defiende la hipótesis de que, si bien la redacción de una moral ontológica fue abandonada cerca de 1948-9, el tema de la conversión existencial allí elaborado prevaleció. En su opinión, reaparece claramente en los inéditos de las Conferencias de Cornell y la Conferencia de Roma, donde Sartre expone una segunda ética de corte dialéctico. Castro analiza las consideraciones alrededor del “esfuerzo por la sinceridad” en Moral e historia, título propuesto por Juliette Simont y Cormann para una sección editada de los manuscritos de Cornell que apareció en Les Temps Modernes (2005). Retomando una tesis de su libro A ética de Sartre (San Paulo, Loyola, 2016), Castro afirma que “[la] sinceridad aparece, en ciertos conjuntos sociales, como un valor que tiene cierta afinidad con la verdad y no necesariamente como un imperativo” (p. 30). Esta idea contrasta claramente con la visión de la sinceridad como máscara de mala fe en El ser y la nada. Asimismo, recupera la tematización del amor auténtico de los Cuadernos para una moral, de aquel amor que supera la dialéctica sadomasoquista de la sumisión y el deseo para construir un proyecto colectivo que reconoce y respeta la singularidad de las partes.

En “O silencio de Flaubert”, Norberto indaga acerca del intento de Sartre de superar el humanismo metafísico e individualista de la tradición occidental. Anuda este intento con las críticas nihilistas de Nietzsche acerca del desconocimiento de lo humano y de nosotros mismos pese a la obsesión de la metafísica y las ciencias occidentales por el Hombre. Según Norberto, la aparición de El ser y la nada en la década de 1940 trajo “otra experiencia posible de pertenencia, que escapa de las mallas metafísicas de la posesión y, concomitantemente, rechaza la evasión nihilista, sin negar, no obstante, el modo paradójico en que se presenta en la contemporaneidad” (p. 44). Pues, para él, la fenomenología sartriana aclaró la relación fundamental que hay entre conciencia y objeto, hombre y mundo, al mismo tiempo que advirtió que toda empresa de identificación de uno mismo con una imagen cosificante es un acto de mala fe. El existencialismo sartriano tiene el mérito de dar cuenta de la impermanencia concreta de la realidad humana: parte de la conciencia justamente para evitar cualquier contaminación mecanicista, determinista o idealista. En un segundo momento de su argumentación, Norberto discurre acerca de las ideas del pensador de Saint-German-des-Prés a propósito del consustancial compromiso político de la literatura. Recuerda sus acusaciones contra Flaubert a propósito de su responsabilidad por la represión de la Comuna de París debido a su silencio. La posibilidad de responsabilizar a un escritor cobra sentido en el pensamiento sartriano a partir de la articulación entre lo singular y lo colectivo, la ética y la política. La última parte del capítulo de Norberto está reservada a desentrañar esta articulación.

En “É a ética ume ideologia?”, Coorebyter analiza el contenido de una serie de notas inéditas de los Manuscritos de Cornell, cuya redacción remonta a 1964-5. Las notas seleccionadas corresponden a los folders del n.º 59 al n.º 62 de los originales conservados en la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale. El intérprete utiliza la transcripción de los inéditos hecha en 2007-8 por el equipo Sartre del Institut des textes et manuscrits modernes (ITEM). Esta selección de hojas está encabezada por el título “B) La empresa ético-histórica. La Ética como superestructura”. Contiene un debate de Sartre con el marxismo ortodoxo y su posición funcionalista positivista a propósito de la naturaleza de la ética, debate ya presente en la Conferencia de Roma y escritos de años anteriores como “Marxismo y revolución”. Sartre alega en los manuscritos de Cornell que los valores y las normas morales no son una mera ideología, en el sentido de una superestructura intelectual epifenoménica de las relaciones de producción, sino que deben situarse en el nivel de la infraestructura, en las relaciones de la praxis con la materialidad socializada y en la satisfacción de sus necesidades para la reproducción de su vida. Pese a este desacuerdo con los marxistas, hay un claro esfuerzo por parte del filósofo parisino por explicar la ética en clave materialista, descubriendo su génesis en el nivel del organismo y su transformación del entorno en campo práctico mediante el trabajo. Asimismo, una de las raíces de las morales señalada en el manuscrito es la interiorización de las coerciones sociales durante la infancia. Para el Sartre de esa época, la ética “es fundamentalmente alienación” (p. 79): el valor que se presenta ante el sujeto como posibilidad incondicional de volverse hombre es a la vez una repetición de los deberes del sistema. La ética goza así de una naturaleza paradójica: “el agente práctico que erige su voluntad de vivir en principio incondicionado, que hace del futuro un absoluto, orienta su libertad de actuar en función de las experiencias inherentes de las técnicas propias de la sociedad en que está jugando, es decir, germina su futuro a partir de su pasado” (p. 85). Finalmente, el artículo tiene una última sección en donde el autor muestra cómo el derecho a la propiedad para Sartre es un modo en que el propietario es alienado por sus bienes en las sociedades capitalistas modernas, y no un mero sistema ideológico utilizado sólo de modo instrumental para mantener relaciones de dominación entre clases.

En “A ética moderna em colapso”, Gastal alerta sobre el colapso del ethos moderno capitalista a partir de las categorías de la filosofía sartriana. Este ethos, afirma, se caracteriza por mantener el ideal-valor hipostasiado de la acumulación del capital por medio de la producción y comercialización de mercancías. Se lo puede expresar abstractamente por medio de la fórmula marxiana D-M-D’, es decir, dinero [D] – producción y realización de mercancías [M] – necesidad de acumulación [D’]. El valor del dinero estuvo históricamente acompañado por el ideal del progreso a través del dominio técnico de la naturaleza y el ideal del varón blanco como identidad, o ipseidad reificada, según la expresión de Gyorgy Lukács. “Fenomenológicamente”, indica Gastal, “la ipseidad reificada aparece bajo una multiplicidad de formas, sea la del trabajador ejemplar, del empresario exitoso o fracasado, defensor de la nación y de la familia, homofóbico, racista e impregnado por el ideal de la blanquitud y el principio masculino […]” (p. 120). Dicho sartrianamente, las necesidades humanas están gobernadas por la materialidad práctico-inerte de la mercadería, que representa una contra-finalidad alienante para las praxis. A modo de ilustración, Gastal señala que el “tiempo existencial” es transformado por el capitalismo en “tiempo cuantitativo-productivo”, estructurado por el “ideal-valor del dinero-progreso” (p. 117). La elección del ser de las personas está sumida bajo la elección de tener, la actividad apropiativa esencial del mundo mercantil. Tomando algunas opiniones del filósofo marxista húngaro István Mészáros, el profesor brasilero advierte que el ethos del sistema adquirió en las últimas décadas un carácter patentemente regresivo, volviéndose cada vez más desolador y violento. En primer lugar, esto se evidencia en el retroceso de las vías normales de acumulación de capitales del sistema productivo de mercaderías a través de la explotación del trabajo en contraste con el avance de la acumulación ficticia vía el mercado financiero global. En segundo lugar, se observa con claridad en la radicalización de los individuos confederados bajo la bandera de la decadente identidad blanca y masculina (e.g. el asalto al Capitolio de los EE. UU. en 2021 y el émulo asalto a la Plaza de los Tres Poderes en Brasil en 2023). En tercer lugar, se constata en el debilitamiento de la agencia de los sujetos políticos y su despersonalización a causa del auge de tecnologías computacionales como la inteligencia artificial, la robótica, las plataformas online, los algoritmos y las redes sociales. Así pues, el sistema actual sólo puede ofrecer un “individualismo regresivo”, alejado del individuo “productivo, responsable y feliz de la era fordista” (pp. 130-1). Gastal dedica la última sección de su artículo a demostrar que la crisis del proyecto civilizatorio de la modernidad repercute en sus instituciones consustanciales: a saber, la Ley, el Estado, La Nación, la Política y la Burocracia. Finalmente, concluye que “el ser de la modernidad capitalista es un ser tanático” (p. 135) y nos azuza para que tomemos conciencia de su colapso antes de que sea demasiado tarde.

Barata y Campos reconstruyen la teoría de la acción de Sartre y evalúan su pertinencia en la clínica psicológica de inspiración sartriana en el capítulo “Sobre uma teoría da açao…”. Primeramente, los autores reponen la distinción entre libertad, voluntad y libre albedrio que el filósofo hace en El ser y la nada. Aclaran que la libertad pertenece al campo de la ontología, dado que se trata del modo de ser de la conciencia o el ser-para-sí. El ser-para-sí es indeterminación por su falta constitutiva de ser, hecho que se le revela en la experiencia de la angustia. Muestran de qué manera el concepto sartriano de libertad se aleja tanto del determinismo y el libre albedrío: la existencia humana no está determinada como los fenómenos naturales en una cadena de causa y efecto, tampoco tiene el poder de hacer cualquier cosa. El sujeto está condicionado por su situación. Esta idea del ensayo de 1943 se retoma con mayor profundidad en la noción de “universal singular” que Sartre comienza a utilizar en los años sesenta, especialmente aparece en El idiota de la familia para describir al hombre. “La idea, en suma, es que los individuos reflejan las características universales de su tiempo e, inversamente, que los universales de una época son realizados concreta y singularmente por los individuos” (p. 148), explican los autores. Por otra parte, discurren acerca de la tesis sartriana de que la libertad es el origen de los valores, que la realidad humana tiene que escogerse e inventarse. Por consiguiente, cada uno de nuestros gestos es un compromiso. Finalmente, el texto se detiene en el psicoanálisis existencial esbozado en el ensayo de ontología fenomenológica. Este psicoanálisis pertenece al ámbito de la moral. Su misión es dar a conocer aquello sobre lo cual la persona es apenas consiente, esto es, su elección original en el mundo. Esta clarividencia tiene como efecto tomar conocimiento de los valores elegidos y deliberar reflexivamente si se quiere mantener tales valores o no. Campos y Barata concluyen que en la clínica de inspiración sartriana: “[a]l acompañar a la persona en este viaje, las mayores conquistas deben ser el conocimiento de sus elecciones y una mayor responsabilización en la construcción de los valores involucrados en cada acto” (p. 155).

En “O manuscrito ‘A criança e os grupos”, Cormann presenta un manuscrito de Sartre inédito, muy poco conocido, titulado “L’enfant et les groupes”. Una parte del manuscrito fue publicada recientemente en un artículo del autor belga (Cormann, G., “Génese de la Critique de la Raison dialectique: Le manuscrit L’enfant et les groupes en 1949”, en Genesis, Nº 53, 2021, pp. 135-47). El original de 66 páginas se conserva hoy en la colección Carlton Lake del Harry Ransom Humanities Research Center de la Universidad de Austin. El capítulo de Cormann es el más extenso del libro y trata una variedad de puntos filológicos y hermenéuticos alrededor de este escrito sartriano: la datación, el debate del filósofo con la sociología francesa, la reformulación del existencialismo y las referencias a obras contemporáneas. Dicho esto, téngase en cuenta que la siguiente síntesis no es exhaustiva, sino que recupera algunas de las cuestiones puestas en relieve por Cormann. En un primer momento, el intérprete pone en cuestión la datación tradicional de la génesis del texto. Se suele situar su redacción entre 1955 y 1960. Así lo establece el Catalogue génétique générale des manuscrits de Jean-Paul Sartre hecho por el equipo de ITEM (disponible en línea en el sitio item.ens.fr). El principal argumento de esta datación se apoya en la llamativa semejanza del inicio del manuscrito con uno de los ejemplos más célebres de la Crítica de la razón dialéctica: el del jardinero y el obrero de carretera contemplados desde una ventana por un intelectual pequeño burgués. Desestimando esta similitud, el intérprete sugiere que hay que reposicionar la escritura del manuscrito a fines de los años cuarenta, trasladándolo a la órbita del proyecto moral que Sartre emprende en Cuadernos para una moral. Encuentra razones para ello en las referencias a obras contemporáneas hechas por Sartre en el texto. Por ejemplo, este hace una mención marginal de la obra teatral de Le Révizor de Nicolas Gogol en la hoja 49, que fue adaptada en noviembre de 1948 en el Théâtre de l’Atelier de Paris, bajo la dirección de André Barsacq. Asimismo, entabla una discusión con Raymond Ruyer y sus críticas a la concepción existencialista del valor en su libro Le Monde des valeurs, publicado en 1948. Allí Ruyer denuncia la concepción voluntarista e idealista de la libertad, según la cual ella está más allá de los valores y los produce por arte de magia. Opone a esta visión la perspectiva etnográfica (Bronislaw Malinowski, Marcel Mauss). En “L’enfant et les groupes”, el “objetivo de Sartre es […] superar esta alternativa entre el individualismo y la sociología antropológica durkheimiana.” (p. 167). El filósofo “da” razón en cierta medida a Ruyer acerca del carácter imperativo de los valores, puesto que el sistema axiológico pasa por el mundo y los otros. Aquí entran en juego los aportes de Simone de Beauvoir sobre la formación del sujeto en la infancia. En El segundo sexo, ella da una importancia crucial a episodios críticos de la infancia que establecen un destino para las mujeres que se inscribe en sus cuerpos. Este destino tiene como consecuencia un estrechamiento del futuro y una ausencia de confianza en sí misma. Beauvoir toma ideas de los estudios psicoanalíticos de Jacques Lacan acerca de los complejos familiares y los estudios antropológicos de Mauss sobre las técnicas del cuerpo. En la segunda sección, Cormann reconstruye el diálogo de Sartre en el manuscrito con la literatura. Principalmente, muestra de qué manera las descripciones fenomenológicas de Sartre están impregnadas por Proust. Según el comentarista, se halla una “atmosfera proustiana” en “los análisis del lujo, los ejemplos de las ceremonias sociales de apropiación y las distinciones que atraviesan la reflexión de Sartre sobre los valores” (p. 176). Estos análisis de experiencias tienen el propósito de mostrar la pertenencia del individuo al grupo social, de que este siempre es un ser socializado. En un tercer apartado, Cormann señala el papel central que tiene la teoría axiológica de Scheler en el manuscrito. Se detiene en especial en la utilización de las metáforas de “ambiente” y “muro sólido” que el fenomenólogo alemán utiliza en El formalismo en ética y la ética material de los valores para describir cómo el entorno intencionado por los distintos sujetos está estructurado según la posición social.

En suma, Sartre e a ética es una nueva muestra del vigor de los estudios sartrianos que tienen lugar actualmente en Brasil, donde los trabajos académicos en este campo proliferan en un número y un ritmo mayores que en otros países de la región latinoamericana. Es necesario destacar de la obra la implementación de las ideas del filósofo parisino para hacer un diagnóstico de la situación histórica actual, de las prácticas terapéuticas en la clínica psicológicas o de la ética dominante en nuestras sociedades. Asimismo, la colaboración con los investigadores europeos, responsables de la revisión del pensamiento sartriano en el siglo actual a partir de la edición y el análisis de los manuscritos inéditos es un punto admirable del libro.